«Nadie que siga las pautas que se ven en Internet va a conseguir
educar a
su perro.»
«Ni tú ni nadie. ¿Quieres saber por qué?
Porque te han ocultado la verdad.
Y voy a demostrártelo.»
Francisco Paredes
Adiestrador desde 1995
ADIESTRAMIENTO CANINO A DOMICILIO EN CANTABRIA Y BIZKAIA.
Nos han hecho creer que hay dos tipos de adiestradores:
Los que pegan a los perros y los que no. O dicho de otra manera, los adiestradores en positivo y los maltratadores.
De ser esto cierto, la decisión estaría clara, ¿no?
NADIE quiere que maltraten a su perro.
Pero, ¿y si te dijera que ninguno de los dos perfiles es la SOLUCIÓN?
¿Quieres saber POR QUÉ?
Voy a presentarte a ambos para que sepas CÓMO son REALMENTE.
EL CAVERNÍCOLA
Normalmente lleva muchos años en esto o, si es joven, es alumno de otro cavernícola.
Les reconocerás por frases como “es por su bien, la letra con sangre entra, siempre se ha hecho así…”
Cuando un perro comete un error, se le pega. Y se le pega fuerte. Si es duro de presenciar, imagínate cómo será para el perro. Imagínate que es tu perro.
Consiguen resultados. Es decir, los perros obedecen. Pero sienten pánico. Para mí, se traspasan todas las líneas rojas.
No se respeta al perro. LA VIOLENCIA JAMÁS ESTÁ JUSTIFICADA.
Patadas, palos, puñetazos, están a la orden del día.
EL POSITIVISTA
NUNCA van a reñir ni a levantar la voz. Transmiten muy buena onda. Los perros les adoran. Les reconocerás porque tanto en su web como al hablar con ellos, el apellido “en positivo” está siempre presente.
El nivel de obediencia obtenido con este sistema va a ser algo cercano a…NADA. Pero cierto es que, el sistema, es absolutamente RESPETUOSO.
Con ninguno de los dos vamos a obtener resultados
Con el cavernícola conseguiremos una muy alta obediencia pero implicará el uso de la VIOLENCIA con nuestro perro. Con el positivista obtendremos exactamente lo contrario. Altas cotas de CARIÑO pero CERO OBEDIENCIA.
Para obtener OBEDIENCIA, vamos a tener que usar CORRECCIONES. Es IMPRESCINDIBLE. Quien diga que no, o miente o no entiende de perros. Evidentemente, al hablar de correcciones, me refiero, por poner un ejemplo, al azote en el culo que a casi todos nos han dado de pequeños nuestros padres cuando nos portábamos mal.
Si has sufrido maltrato por parte de tus padres, no me refiero a eso. Y siento mucho que hayas pasado por ello.
Sé que a estas alturas, muchos de vosotros, aún os mostráis reticentes a la hora de decidir aplicar correcciones. Incluso, más de uno, estará diciendo “a mí nunca me pegaron y no he salido mal”. Puedo daros la razón y aceptar que es posible educar a un niño sin ponerle una mano encima. Pero algún otro tipo de correcciones (no físicas) sí que les aplicamos. Y aquí sí que tenéis que darme la razón.
El gran ERROR es comparar personas con perros. Si reñimos a un niño por la tarde por algo que ha hecho a la mañana, nos va a entender. Y si hacemos lo mismo con un perro, no. Si todavía queda alguno que considera que no debemos aplicar correcciones a nuestros perros y que es posible educarlos de otra manera, voy a abriros los ojos.
Os voy a contar la Historia de LÚA. Si la leéis, veréis cómo se desmontan vuestras creencias. Y no lo digo yo, que a mí podéis cuestionarme. Lo dice la NATURALEZA.
Ésta es mi perra Lúa. En 2008 tuvo una camada de ocho cachorros. Cuatro hembras y cuatro machos.
Una tarde, presencié una escena que jamás olvidaré. La he contado cientos de veces pero ésta, es la primera vez que la escribo.
La historia de Lúa
Lúa estaba dentro de una paridera amamantando a sus 8 cachorros.
7 cachorros estaban cogidos a la teta. La otra, acabó llamándose Aika, tenía ganas de salir fuera. Así que, ni corta ni perezosa, comenzó a trepar la pared con el firme propósito de descolgarse hacia fuera e investigar.
Para Lúa, la idea de estar inmovilizada por 7 “pirañas” mientras otra de las cachorras deambulaba por ahí sin estar controlada le creaba ansiedad.
Así que intervino justo cuando Aika estaba en el punto más alto de la pared a punto de descolgarse hacia el otro lado.
Estiró el cuello, intentando no molestar a los otros siete (no debe ser fácil incorporarse cuando te están mordiendo los pezones. No me ha pasado nunca. Pero debe ser difícil).
Lúa cogió a Aika (los perros cogen con la boca) y la depositó en el suelo junto a sus hermanos.
LA CORRIGIÓ.
Esto no le gustó nada a Aika. Estaba a punto de alcanzar la libertad y, de pronto, volvía a estar en el punto de partida.
Sin perder un segundo, Aika se dirigió de nuevo hacia la pared y volvió a comenzar a trepar. En aquel momento supe que iba a presenciar algo grandioso. Iba a ver, en primera fila, cómo funciona la Naturaleza. Cómo lleva haciéndolo desde hace miles de años.
Lúa volvió a “coger” a Aika pero, en esta ocasión, no la depositó en el suelo si no que, a cierta altura, la dejo caer.
INTENSIFICÓ LA CORRECIÓN que, por cierto, ES FÍSICA.
No la riñó, la castigó sin salir fuera o le dijo que no iba a tener teta luego si seguía portándose mal. HIZO UNA CORRECCIÓN FÍSICA.
En ésta ocasión, tardó más tiempo en decidirse, pero nuestra joven aventurera decidió volver a intentarlo.
No recuerdo si en 2008 teníamos teléfonos con cámara, el caso es que, si bien el recuerdo de esta historia lo tengo clarísimo en mi cabeza, no existe una grabación de este día. De haberla, el video sería viral. Sin duda.
Ante este tercer intento, yo ya intuía que ésta iba a ser la corrección definitiva. ¡Y vaya si lo fue!
Lúa atrapó de nuevo a Aika pero en esta ocasión la zarandeó de un lado al otro gruñendo y acabó lanzándola bruscamente hacia el suelo. Aika permanecía inmóvil.
Asustada. En los siguientes 30 segundos Madre e Hija se miraron fijamente.
La primera en moverse fue Lúa. Se acercó a Aika y comenzó a oler y lamerla.
Aika la miraba como preguntando: “Jo, cómo te has puesto, pero… ¿me sigues queriendo entonces?
Y Lúa la besaba más y más. Aika no tenía ya dudas y comenzó a jugar con su madre.
Y yo con la boca abierta. Pensando en lo que acababa de presenciar.
La interpretación de esta historia
1
Lúa hizo una primera corrección. No acertó con la intensidad. ¿Cómo sabemos que no acertó con la intensidad? Porque inmediatamente después, Aika volvió a desobedecer.
2
Hubo una segunda corrección. En esta ocasión fue más intensa. Suficientemente intensa como para que vacilara un tiempo pero no lo suficiente como para que dejara de intentarlo.
3
La tercera corrección fue la definitiva. Fue mucho más intensa. ¿La intención de Lúa era de lesionar a Aika? Evidentemente que no. Todas las acciones de Lúa fueron desde el más profundo Amor. Quiso transmitir: “si sigues por ahí, pasará esto pero te sigo queriendo a rabiar. ¿Jugamos?”
La pregunta clave es: ¿Existiría otro medio que no fuera una corrección física que hubiera evitado la huida de Aika?
¿Advertencias, amenazas, mensajes de texto?
LA RESPUESTA ES NO.
Entonces, puestos a aceptar que las CORRECCIONES SON PARTE IMPRESCINDIBLE en el proceso educativo de un perro, ¿Cuál es la intensidad adecuada, donde está la línea roja que no habría que traspasar nunca?
La respuesta es muy sencilla:
LAS CORRECCIONES DEBEN SER CON LA INTENSIDAD MÍNIMA POSIBLE PERO SUFICIENTE COMO PARA QUE DEJEN DE HACER LO QUE ESTÁN HACIENDO EN ESE MOMENTO.
NI MÁS NI MENOS.
Ni más porque no sería necesario y estaríamos entrando en terreno cavernícola. Ni menos porque no obtendríamos el resultado buscado,
(¿o acaso Aika desistió con la segunda corrección?)
Llegados a este punto, imagino que te queda claro que algún tipo de corrección debemos aplicar. Que no va a suponer ningún problema de relación ni vínculo.
Si no es así, yo ya no sé cómo hacerte ver la realidad.
Si no lo ves, probablemente estés muy influenciado por otros sistemas de adiestramiento (aunque sea de los que no funcionan).
Si es así, te invito a dejar de leer aquí. Para ti, y sólo para ti, va a ser una pérdida de tiempo.
Para todos los demás. Para esa inmensa mayoría de las personas que estáis de acuerdo con la exposición que estoy haciendo, os invito a hacer click en el siguiente botón donde veréis el resto de perfiles de adiestradores que hay en el mercado así como el único al que deberíais contratar.